sábado, 27 de febrero de 2010

Nuestra Historia como materia prima de los novelistas.



Uno de estos días encontré en el blog de    Neibi Ng, con una sugerente pregunta, acerca de qué hacen los escritores dominicanos que no aprovechan lo que tienen. Con ella se refería a que tenemos mucho material histórico y cultural con el que podemos crear maravillosas obras que no sean sólo ensayos (de este género ya existe un generoso mar de tinta). Esta pregunta me llevó a la reflexión y de paso hice un pequeño sondeo en los vericuetos de mi memoria, recordando a los autores extranjeros que han logrado buenas novelas a costa de nuestra historia y de nuestra cultura, al igual los escritores dominicanos que también han dado sus pasos.

Remontándome a principios del siglo XIX, encontré a Bug-Jargal de Víctor Hugo, que, aunque esta novela no es específicamente sobre nuestra historia, sí lo es de la Española y sobre todo, del naciente Saint Domingue

Volviendo a nuestros días, encontramos a Alberto Vázquez Figueroa que nos cuenta en El vendaval, parte de lo acontecido durante la Guerra del 65, en una historia palpitante y cruda, al estilo de este exitoso escritor español. Además, en sus conocidas aventuras de Cienfuegos, gran parte de la saga está ambientada en la isla Española, a excepción de una parte en que el desafortunado cabrero se pierde en el arco de las Antillas, deambula en lo que es hoy Venezuela, en el lago Maracaibo y llega hasta los confines de América del sur, buscando a su amada Ingrid Grass. También la mayoría de los episodios y los personajes que intervienen e interactúan con este intrépido gomero, son personajes sobresalientes de nuestra historia y por supuesto, en todo lo que tiene que ver con el descubrimiento de este “Nuevo Mundo”.


Otro autor que causó sensación, lo fue Mario Vargas Llosa con su novela La Fiesta del Chivo (2000), basada en el régimen dictatorial de Trujillo, realizada con verdadera maestría y llevada al cine en 2006.

Igualmente, la escritora chilena Isabel Allende, se ha salido con la “suya”, con su nueva novela La isla bajo el mar (Plaza & Janes 2009) donde cuenta la historia de Zarité, una muchacha mulata en el Santo Domingo de tres siglos atrás. Vendida como esclava a los nueve años. También tenemos el caso reciente del escritor francés Jean-Noël Pancrazi
quien ha escrito ¨Les Dollars des sables” (Los dólares de arena) basada en Las Terrenas y la más reciente, Montecristi, una cruel historia ambientada en ese pueblo, ambas con un tono bastante negativo para nuestro país.
Sin embargo, contados autores dominicanos han logrado que sus libros pasen las fronteras, como es el caso de Manuel de Jesús Galván con su magna obra Enriquillo (1879) de estilo costumbrista y romántico, acerca de la última sublevación de la extinguida raza indígena de la isla Española.  Otro ejemplo lo es también Julia Álvarez con sus novelas, En el nombre de Salomé (Alfaguara 2002), una tierna historia acerca de la poetiza Salomé Ureña y su hija Camila Henríquez Ureña, y En el tiempo de las mariposas (Punto de Lectura 2001), la cual fue llevada al cine hace unos años, basada en la vida de las hermanas Miraval, asesinadas durante el régimen de Trujillo.

No cabe duda de que los escritores dominicanos han hecho esfuerzos y podemos ver algunos ejemplos, los que han circulado en su momento en el entorno nacional, pagados por su propio pecunio, la gran mayoría. Entre ellos podemos destacar: La sangre de Tulio Manuel Cestero, El Cristo de la libertad, de Joaquín Balaguer, basada en el Padre la Patria Juan P. Duarte;
 Anacaona, la reina del Nuevo Mundo de Fernando Hernández Díaz; Carnaval de Sodoma (Alfaguara 2002) de Pedro Antonio Valdez, La interesantísima serie de seis novelas de Diógenes Valdez, elaboradas a partir del poema Yelidá, donde narra con sorprendente destreza, una intensa historia de amor envuelta en una cultura mágico-

religiosa que hace temblar. Over de Ramón Marrero Aristy, es una obra también meritoria.  Están también las novelas del arqueólogo Marcio Veloz MaggioloLas Devastaciones (1979) de Carlos Estevan Deive, entre otros. Seguramente se me han escapado muchas obras, tanto de autores extranjeros como de los nacionales, pero esto es sólo una pequeña muestra, no pretendía hacer una investigación o análisis profundo.
Indudablemente autores internacionales han sabido explorar y explotar aspectos de nuestra historia y cultura con éxito. Esto debería servir, además de orgullo, (a excepción de Pancrazi) de ejemplo y motivación  a los escritores dominicanos,  para espabilarse y darle un giro a nuestra narrativa, ampliando las posibilidades literarias.

martes, 23 de febrero de 2010

P. D. James, su punto de vista acerca de los escritores del futuro, frente a los avances tecnológicos y algunos consejos para los aspirantes de hoy.

Esta tremenda autora británica,  en su obra autobiográfica, La Hora de Verdad (1999), nos cuenta, entre un ir y venir, su biografía, que en realidad no es una biografía como tal, si no pedazos de su hacer literario, del que nos habla con cierta vanidad, que ella reconoce con una buena dosis de humildad y buen sentido del humor.  Es sorprendente lo que esta mujer logra hacer a su edad, pues ya hoy roza los noventa años.

Es muy interesante lo que piensa esta autora sobre los futuros escritores, al observar lo que la maquinaria propagandista es capaz de hacer y sobre todo de la literatura en el futuro, frente a los avances tecnológicos. Ella considera que el método de vender libros promocionando a los escritores como si fueran estrellas de pop, es un fenómeno curioso, incluso absurdo. “He advertido que, hoy día, los escritores nuevos, jóvenes y físicamente atractivos empiezan con una ventaja considerable. La campaña publicitaria será un éxito; la imagen es promocionada y será aceptada.” Lo que significa, a su juicio, que autores que adolezcan de este mérito tendrán escasas posibilidades de ir muy lejos con sus libros.

También nos habla, sin ningún temblor, de lo que piensa de otros autores, como este caso donde ella dice que “…el fenómeno curioso del que, Top Model, una novela supuestamente escrita por Naomi Campbell, constituye un ejemplo. Vivimos en una época que, pese a su sofisticación aparente y a los avances tecnológicos, distingue por la necedad y la credibilidad reinantes. ¿Qué interés puede tener un libro firmado por Naomi Campbell, a menos que ella lo haya escrito realmente?” es obvio que muchos autores con talentos como el americano Donald Bain, han acumulado cierta fortuna con esta practica de hacer libros por encargos. Qué tanta satisfacción podría dar a un autor auténtico, que vea el nombre de otro en la portada del libro que él escribió y que ese otro también se lleve los méritos. Pero si es ganar sólo dinero lo que quiere, amen.

Otro comentario interesante que cabe bien en cualquier argumento de la Ciencia Ficción y que alarmaría a los autores que empezamos en este camino difícil del mundo literario, al considerar la posibilidad de materialización: “Pronto llegaremos a un punto en que los ordenadores escribirán éxitos de venta después de que alguien introduzca en la máquina las dosis necesarias del sexo y violencia. A continuación, el editor buscará un joven o una joven con una cara moderna, las medidas apropiadas y una vida sentimental y sexual escandalosa y colocará su nombre en la portada. Supongo que después el libro se venderá hasta por Internet y sin duda causaría una sensación literaria.”

En el mundo real literario, los aspirantes a escritores que piensan que existe alguna formula mágica para publicar o que el editor aceptará el manuscrito, sólo  porque un escritor famoso lo recomiende, a ellos J. P. James dice que los editores son hombres de negocios, no filántropos, pero necesitan nuevos talentos y, en su opinión, un aspirante a novelista que escriba bien, capaz de contar una historia y de crear esa complicidad entre el escritor y el lector que constituye la esencia de la ficción, acabará por encontrar editor.

A continuación cuatro principios importantes que esta autora recomienda a los aspirantes a escritores:

1ero: Leer mucho, no para copiar el estilo de otro sino para aprender a conocer y apreciar una buena redacción y para ver cómo otros escritores consiguen el resultado. La mala redacción, por desagracia, es contagiosa y debería evitarse el contacto con ella.

2do: Practicar la escritura en todas las formas; el oficio se aprende practicando, no hablando de él. A algunas personas le ayudan los cursos de escritura o los círculos de escritores, pero no son para todo el mundo.

3ro: Aumentar el vocabulario; la materia prima del escritor son las palabras y, cuantas más tengamos a nuestra disposición y podamos usar con efectividad y seguridad mejor.

4to: Agradecer toda experiencia. Eso significa vivir la vida con todos los sentidos alerta: observar, sentir, relacionarse con otras personas. Nada de lo que le pasa a un escritor cae en saco roto.

P(Phyllis) D(Dorothy) James, nacida en Oxford en 1920, la época entre guerras, es creadora del detective Adam Dalgleish, su personaje más famoso, que resuelve diversos casos en Una mente asesina (1963), Muertes poco naturales (1967), Muerte de un forense (1977) y Estratagemas y deseos (1989). Varias de sus obras han sido adaptadas en series de televisión como Sangre inocente (1980) o Sabor a muerte (1986). En 1994 publica Pecado original y Muerte en el seminario (2001), entre otros muchos títulos de género policiaco y de no ficción como la Octava Victima.

 

lunes, 22 de febrero de 2010

Un tesoro de la adolescencia


Hace unos días, buscando en una de las muchas cajas que tengo con cosas guardadas, (Libros de textos, cursos realizados a través de los años, regalos que no le encuentro su espacio, cartas, documentos diversos, fotografías, ¨biscuits¨ y un largo etc, etc, me encontré con mi viejo cuaderno de poemas y hojas sueltas donde garabateaba mis ideas, las que clasificaba según lo que saliera en el momento: poesías épicas, poesías líricas, cuentos, fabulas, etc… cuando abrí el cuaderno fue como enfrentarme brutalmente al pasado. En él leí escritos tontos, cosas tiernas, bonitas, grotescas, sin sentido,  pero una que otra muy simpática que luego me preguntaba: ¿y esto lo escribí yo? todas con sus fechas y firma orgullosa al final. No adivinarán las fechas, pero hay garabatos, ¿Legibles? Sí, legibles y en forma de versos o prosa, que pasan de los veinticinco años… ¡lo que quiere decir que era yo apenas una adolescente que no había llegado a los quince años!

A continuación les dejo de muestra éste que me ha gustado mucho y lo he transcrito íntegramente del original, no quise corregirle a mi juicio de hoy:

LA CANCION DE LA LLUVIA

—¿Has escuchado alguna vez a la lluvia cantar? —me preguntó el pequeño gorrión.

—Sí.— contesté —La he escuchado.

—Y ¿Cómo es? —quiso saber la inquieta avecilla.

—¿Has visto  las gotas cristalinas cuando caen en el tejado?... ese dulce cascabeleo es la canción de la lluvia...

>>Es una canción el alegre susurrar que nos adormece  y nos hace cerrar los ojos, entregándonos a los brazos de Morfeo.

>>Si escuchas con atención el leve murmullo al precipitarse con suavidad en el verde pasto del prado, la escucharás cantar.

>>¿Has visto como las hojas y las flores se estremecen al contacto con esas frías gotas? Es que se alegran porque la lluvia está cantando.

>>Si ves los árboles silenciosos y que el viento se detiene, es que guardan silencio para escuchar a la lluvia cantar.

>>Pero si la efímera lluvia derriba y pisotea los blancos azahares, no te enojes, ¡Déjala que cante! 

>>Cuando veas al cielo vestirse de gris...  alegrate porque volverá a  cantar.

>>Al escuchar un lejano murmullo, regocíjate, ¡Porque la lluvia ha vuelto a cantar!! Y, entonces sabrás que ese suave rumor... es la canción de la lluvia! 

Ingrid G. Gómez N. 29/7/1988

Del Poemario Personal 1985-1998

A donde quiero llegar, después de compartir este corto texto con ustedes, es que con el afán de nuestro tiempo, se puede desviar de una manera lamentable y en muchos casos irrecuperable, la pasión o vocación con la que hemos nacido. Si bien es cierto, que en mi caso nunca dejé de escribir (Aun fuera cuando me enamoraba y entonces esa válvula, a veces cerrada, se habría nuevamente dejando escapar muchos versos o párrafos hermosos) no escribí jamás con el empeño y la conciencia de un escritor, hasta hoy. No lo hice por que siempre tuve el vago temor de que lo que hacía no tenía espacio en el mundo en que me desenvolvía. Tenía que cursar estudios o carreras ajenas a la literatura en busca de mejores oportunidades laborales; Trabajar a deshoras con dedicación, persiguiendo los beneficios materiales que ayudaran a hacer mas liviana la vida en este mundo en que vivimos, alejándome mas y mas del arte que me bulle en la venas.

Mi caso no es el único… ¡Cuántos escritores habrán por ahí hibernando! ¡Cuantas historias hermosas se habrán perdido de esta manera tan ruin¡ ¡Cuántos poemas y libros fabulosos se habrán quedado en ese olvido para siempre! En esa marginación que a veces nos impone la sociedad misma, el sistema en que nos ha tocado vivir y la falta también de motivación, de  perseverancia, de voluntad y… el miedo. El miedo a ser rechazados, el miedo a que no crean en uno, el miedo a muchas cosas… Pero es bueno saber que nunca es tarde para recomenzar, decir ya basta, ahora me toca a mí… desempolvar viejos textos que, aunque creas que no son buenos o que fueron escritos cuando pensabas diferente, puedes tomar sus ideas, reescribirlo y pensarlos de nuevo. ¡Hay que liberar al artista, al escritor y no dejarlo que muera en cajas de cartón!  

jueves, 11 de febrero de 2010

LOS CINCO SENTIDOS QUE DAN VIDA A LA NARRACION


Cuando escribí mi primera obra en serio —de hecho la única, pues las demás están aun en procesos diversos — recuerdo que después de haberla pasado, — muy orgullosa — a algunos amigos y familiares recibí elogios muy gratificantes. Ya pueden imaginar como puede sentirse con elogios semejantes, alguien que acaba de escribir un libro... 

Un buen día, le hablé a un escritor amigo, acerca de mi novela con la esperanza de recibir algunas recomendaciones y criticas a mi trabajo. Él me pidió que le hiciera llegar algunos capítulos, no la obra entera. Así lo hice y al cabo de algunos días, cuando volvimos a reunirnos, yo toda inflada como una vejiga con helio, él me comentó con toda naturalidad,  “Pero... tu novela es muda, no tiene olor ni sonidos. El narrador sólo ve...”  Pueden imaginar lo desinflada que me sentí en el momento. Fue como si la vejiga se soltara y volara por ahí, tirando todo el aire. “Cuando agregues sonidos y olores a tu novela tendrás una obra maravillosa.”  Me  dijo.

Bueno... me fui a casa con mis capítulos sin olor y sin sonidos y me tendí en la cama.  Luego, en viejos materiales, busqué un poco de información que había pasado por alto por creerme que no eran tan necesarios. Revisé mis herramientas de escritor, las desempolvé y les puse más atención. Desde entonces entendí que para ser escritor hay que aprender mucho y es ahí donde entra el juego de la técnica, porque con escribir a puro corazón no basta.  Entre una de estas técnicas un escritor debe aprender a introducir las sensaciones y las emociones mediante el uso de los cinco sentidos: la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto… ¡Sí, esos mismos! ¡Como nos lo enseñaron en la escuela!

Indudablemente la mayoría de los escritores, o los que intentamos serlo, muchas veces olvidamos con facilidad el uso de los sentidos. Aunque es muy probable, que al no ser ciegos, en la obra se refleje el uso de la vista y tal vez de manera indiscriminada. 

Probablemente utilizaremos, en cierta medida, también el sentido del oído “voces en el patio”  “sus pasos por la escalera...” etc. Sin embargo más que el tacto y el gusto, el gran ausente, en la mayoría de las veces, es el olfato.  Puede que en algunos textos encontremos frases como: Olía a rayos!... me pregunto en verdad si podría haber olor a RAYOS. No es probable que el lector evoque dicho olor pues lo desconoce, podría asociarlo a un olor terrible, pero no a rayo, pues es un olor inexistente. De otro modo, si se incluyen frases como “tenía días sin bañarse y su camisa hedía insoportablemente a sudor…” o algo por estilo, inmediatamente el lector evocará un olor conocido.

En cuanto al tacto, este es otro gran olvidado en la narración y sin embargo es tan importante para la asociación de ideas.  “Se pegó a mí con su falda almidonada”, “Rozó la tosca madera de la mesa.”

Cuando nos referimos al sabor a macadamiza, el delicioso olor de la vainilla, la música de fondo, los atabales ancestrales, el gusto de las cerezas, el frío de un cubo de hielo, el ardor del aceite caliente, esteremos otorgando al texto sensibilidad… Si no olvidamos incluir estos sentidos, para transmitir sensaciones, indudablemente estaremos introduciendo al lector en el mundo donde lo queremos llevar.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Alberto Vazquez Figueroa



Entre los libros que he terminado en enero, me he leído dos libros de Alberto Vázquez Figueroa, que a decir verdad, es un autor que me fascina por su manera de hacer caer a lector en la "trampa".  No podré estar de acuerdo con algunos críticos  a los que este autor no les apetece como escritor, siempre lo defenderé como uno de los autores de habla hispana más prolifero y mas leído. En realidad es un autor que ha logrado acumular una interesantísima bibliografía que supera las setenta obras.  
Hace varios años que le leo, desde que era una adolescente. El primer libro suyo que leí, llegó a mí por casualidad. Fue El Vendaval, cuyo tema está basado en una parte de la historia de mi país. No fue por ser sobre mi país que le leí, ya que ni siquiera sabía de qué se trataba, sino por mi necesidad constante de leer. Debo admitir que es  un escritor que atrapa al lector desde la primera frase, lo arrolla, lo asfixia, lo atormenta y no lo suelta hasta la última línea, dejándole con unos emocionantes estertores que duran unos días. Luego no me sorprende el éxito que ha alcanzado. 
No cabe dudas de que Alberto se documenta muy bien sobre la cultura,  la historia,  la geografía del país o región donde tiene lugar la historia que cuenta. Es más que probable que le ha sacado provecho a su oficio de periodista, a través del cual ha tenido que viajar a innumerables países y de la mayoría ha  sacado una historia de aventuras palpitante. He tenido la oportunidad de leer El Vendaval, la saga completa de Cienfuegos, que incluye un total de siete libros (Cienfuegos I, Caribes, Azabache, Montenegro, Brazo fuerte, Xaragua y Tierra de bisontes), tambien he leído Tuareg, Los ojos del Tuareg.  Todos son libros emocionantes y te dejan poco espacion para respirar.

Otro aspecto que me complace de este escritor es su determinación de poner a la orden de todo el quiera leerle sus libros completamente gratis. El dice que no todo el mundo puede alcanzar a adquirir los libros por el elevado costo que imponen las editoras que a su vez le son impuestos por la tasa. Definitivamente él quiere que le lean y prefiere dar sus libros gratuitamente a dejar que el fisco o la hacienda, como él dice, se siga quedando con mas de la mitad del beneficio de su talento.  Su última obra la propuso totalmente gratis y recorre el mundo colgada en Internet. Bueno… yo aproveché y me la bajé y… ahora, Por mil millones de dólares estoy contra la pared!!!!… Si quieres adquirir cualquiera de sus libros sólo tienes que visitar aquí:http://vazquezfigueroa.blogspot.com/ y podrás pedir todos los que te falten.

martes, 2 de febrero de 2010

Devorando libros!!!


Después de haber leido, con cierta dosis de sana envidia, la apreciable cantidad de libros leidos en un año por Blanca Miosi, he decido seguir sus pasos... Si señor! y puedo decir que en lo que va de año ya he terminado cuatro libros, lo que significa que, a cuatro libros por mes me habré leido al final de año la cuantiosa suma de cuarenta y ocho libros, lo que superaría con un buen margen la lista de Blanca!!!

Bueno… ¿Qué decirles? Esto no es mas que un sueño, pero como soñar no cuesta nada…. Ahhh!! Seguiré soñando y leyendo a ver a cuantos llego. Pero lo que si es cierto es que he terminado cuatro libros en enero... aunque... debo ser sincera, dos de ellos fueron  iniciados el año anterior… ¡No hay trampa!!

Ilustracion:Book eater by Nancy Gable