domingo, 20 de marzo de 2011

Quiero que me lean¡¡¡

La espera de un aspirante o intento de escritor, suele ser larga y, en el peor de los casos, interminable. Un tiempo dilatado y desesperante en que se amasan tantos sueños, tanta labor que no se quiere echar a la basura. Un camino largo de subidas y bajadas, de emociones y decepciones. Intensas jornadas de trabajo a deshoras de la madrugada, ese espacio de tiempo en que no se puede determinar si es tarde, cuando aun no te has ido a la cama o si es muy temprano cuando ya estas en pie, con los ojos rojos frente a la computadora o repasando o corrigiendo el material ya trabajado. Lejanamente escuchas algún gallo cantar y te cuestionas si has madrugado o te has desvelado.

Entre las emociones y las decepciones, revueltas en una extraña maraña, se desenvuelve o se enreda la otra vida de un intento de escritor. La que está fuera de todo razonamiento, acorazada y protegida de cientos de embestidas del mundo real, de las miradas celosas, de las palabras incrédulas, de las risillas extrañas, del sistema que nos encasilla, de las sacudidas de la realidad, que en ocasiones te devuelve ciertas dosis de humildad (un autor debe ser humilde, pero no tanto)

El envío de propuestas que, a pesar de los estrictos requisitos, incluye un enorme dosier de ilusión. La larga espera de semanas y meses, al cabo de la cual te llega una carta modelo con corteses explicaciones por la que no pueden aceptar tu propuesta. Esto ocurre con el 90% de las agencias contactadas (las editoriales nunca contestan a menos que les interese venderte el servicio). El otro 10% de las agencias tarda en contestar y como estas son importantes y conocidas, te muerdes los labios, las uñas y las yemas de los dedos angustiosamente, preguntándote si recibieron o no tu propuesta, por qué tanta tardanza (pues, por increíble que parezca, estas agencias reconocidas son muy amables y prestas a contestar, aun sea negativa su respuesta y en muchos casos te hacen valiosas recomendaciones). Pasa el tiempo prudente de espera y se te ocurre que debes intentar averiguar qué pasa. Una dice que el manuscrito (cuando aceptan el manuscrito completo por e-mail) ha pasado a otra etapa de evaluación... Pas mal !!!! La local te asegura, desde hace doce meses, que sólo espera presupuesto. La otra dice que la propuesta es interesante y que está en proceso de decisión si piden el manuscrito o no. Que tenga paciencia!!! Pacienciaaaaaa!!! Mes, Ça va. En unas semanas te piden el manuscrito físico. Las emociones siguen subiendo, aumentando el termostato. Y te aceleras. Empiezas a correr para terminar el pulido, a correr para la impresión de unas 300 y tantas páginas, a correr para las fotocopias de esas 300 y tantas páginas, el encuadernado, investigacion de las tarifas de envío al extranjero que, desde América Latina, se traducen en unos costos muy elevados. Pero para alimentar esas emociones y esperanzas el excesivo costo no significa nada. Al fin vuela tu manuscrito físico, acompañado de una inevitable maleta con varios kilos de sobrepeso de ilusiones. Y vuelve la desesperante espera, la angustia, la incertidumbre ante un juicio invisible y lejano, sentado en ese banquillo de escrutinio sin piedad y no sabes cual será el veredicto. Y al fin, con un tiempo medio te llega la noticia con la sentencia. Respiras, piensa que en la guerra se perdió más y sigues acunando esperanzas en el 5% aun sin responder. Te tomas una copa y a bientôt.

Estas no son veintes razones y un grito desesperado para justificar tanto derroche de ilusión, el sentimiento del talento desechado, la culpa por tanta ingenuidad. Es la intensión de alivianar la carga, de endulzar los sesos echando fuera la salinidad que los erosiona. Es la intensión de no flaquear, de no dejar el brazo a torcer o tirar la toalla. No. Es ponerme a la par de los no leídos, que buscan intensamente sobresalir para saltar la brecha. Es la búsqueda de otras opiniones, de apoyo, de consuelo.

Quiero que me lean y en la insistencia de mantener el optimismo que he llevado hasta ahora, he decidido colgar en un portal un pequeño libro. Para los que me frecuentan, los que me siguen, los que me conocen, puedan descargarlo, leerlo y dar una opinión justa (No es uno de los libros que ruedan por allí probando suerte). Aquí lo he depositado sin aspaviento alguno, desprovisto de algún dossier ilusionado o una valija de quimera. Para descargarlo tan solo Pincha aquí y disfruta la lectura.

sábado, 12 de marzo de 2011

VEINTE AÑOS DESPUES

Procuraba siempre ir bien vestido: Camisa blanca almidonada, planchados pantalones oscuros que brillaban al caminar. Zapatos lustrados como espejos y el inseparable sombrero de panamá. Su bigote cuidadosamente simétrico, hacía lucir más atractiva su sonrisa de conquistador. No descuidaba la oportunidad de halagar a las mujeres que pasaban a su lado. Las amaba a todas. Todas le gustaban, ya fueran rubias, morenas o pelirrojas. A su lado, las féminas se sentían cómodas, les encantaba su manera de hablar y de mover el bigote con cada palabra. Les encantaba como fruncía los labios con sus adorables silbidos, como las miraba de lado con presunción y  como les saluda al caminar. Indudablemente Rosario era encantador. Y él lo sabía. Y se sentía tan orgullo de ser el centro de atracción y el hombre esplendido con que soñaban las solteras y las que no. Cuando iba por las calles, de camino a casa o al trabajo, constantemente le asaltaban las chicas, “Rosario por aquí” Rosario por allí”. Él, orondo, dispersaba saludos por allí, besos voladores por allá, hasta que subía las altas y anchas escaleras que llevaban a su casa y cerraba la puerta de dos hojas tras sus espaldas con el corazón rebozando de emoción. Su sonrisa se apagaba y volvía a brillar al ver a su Tatica, cruzar sonriente la puerta de la cocina con su busto prominente, su faldita de bolitas en corte “A” y sus bucles arreglados. Con Tatica a su lado no existían otras mujeres en el mundo.

Como cada domingo, de regreso del cine con su hijo de mano, saludaba con discreción a las muchachas que pasaban por su lado. Esa noche, la tanda de cine fue más larga y esperaba a que Tatica, esta vez, no se enojara. No acostumbraba llegar tarde a casa y mucho menos con el niño. La calle apenas la iluminaban distantes faroles uno del otro. La atmósfera de pronto se volvió pesada. Extraña. Trató de avanzar, lo más pronto que pudo, el trayecto desde el cine hasta su vecindario. Las casas se habian convertido en fantasmas a esa hora, envueltas en el aire enrarecido. Al fin distinguió las anchas escaleras de la casa que ocupaban todo el frente. Divisó el árbol de guayabas en la fachada. Un lejano farol apenas la iluminaba. Ya las luces del interior estaban todas apagas y las ventanas cerradas. El niño bostezaba. Percibía una presencia invisible. Avanzó para abrigarse al calor de su hogar y al subir el tercer peldaño, la vio. Sentada allí, en el escalón debajo del guayabo. Las piernas cruzadas, una falda muy corta, tacones de plataformas y esa cabellera... esa cabellera dorada, la más hermosa que había visto, le llegaba frondosa hasta la cadera, brillando con los lejanos destellos del farol. Volvió unos pasos hacia atrás, mientas el niño seguía subiendo, muerto de sueño. Rosario levantó la mano y saludó aquella mujer que nunca había visto por allí. Se sorprendió de que ella le correspondiera el saludo también con discreción.
—¿Me esperas, tan solo un momento? Bajaré en seguida... — le prometió Rosario con el corazón a todo dar, sin preguntar quien era. Sin averiguar qué hacía allí.
Para felicidad de Rosario, la mujer dijo que sí con un movimiento de cabeza. La sacudida de aquella cabellera le hizo temblar. Entendió que no debía perder el tiempo y que era un golpetazo de suerte.
 Abrió la puerta de dos hojas. Un viento frío se coló tras él. Todo estaba oscuro dentro, las niñas dormían, Tatica dormía. Llevó a su hijo a la cama. Con prisa le ayudó a desvestirse y cubrirse con la sabana. Caminando de puntillas, fue a su habitación, su amada Tatica roncaba. Se frotó las manos con emoción. Se enderezó el cuello de su blanca camisa. Se roció unas gotas de colonia y se frotó los dientes con pasta dental. Listo para salir. Antes de abrir la puerta sintió sed y caminando de puntillas fue a la cocina. Por los blocks calados entraba luz del patio e iluminaba la estancia. Tomó el vaso del tramo y a tientas buscó la jarra de agua  Sació su sed y como exigía Tatica, el vaso usado debía ir al fregadero, dio media vuelta para ponerlo allí. Pero el vaso cayó de su mano y el corazón le saltó por la boca del susto. Allí sentada, en la mesa de la cocina, estaba la mujer. Con sus piernas cruzadas, sus tacones de plataforma, su faldita muy corta y mirándole con deseo.
—¡Pero… yo te dejé afuera! — balbuceaba Rosario.
La mujer asintió con una sonrisa extraña.
—¿Cómo es que entraste? —Insistió Rosario aterrado, pensando en Tatica, que dormía en la otra habitación.
Detrás de ti—Aseguró la mujer.
—Pero… —había un detalle que dejaba a Rosario confuso y sus temblores se aceleraban más. —Te vi abajo, tenías un hermoso cabello que te llegaba hasta la cintura... ¿Era una peluca?
—No... — la mujer pasó con calma su mano delicada por la cabeza completamente pelada. Raspada. —Hace veinte años que la perdí…
Y de su boca salió una carcajada asquerosa y sus ojos se convirtieron en dos fosas oscuras y la risa infernal se confundía con los gritos aterrados de Rosario que llamaba a su Tatica.
Rosario pasó muchos días bajo las sabanas con fiebre y cuando salió a la calle nuevamente, jamás miró, y mucho menos saludó, a ninguna otra mujer que no fuera su Tatica. A la cocina… dejó de ir.

Las imagenes utilizadas en este spot son bajadas de internet
©Ingrid Gómez Natera
2011

martes, 8 de marzo de 2011

Dia Internacional de la mujer. Algo de Historia

Sabías que el 8 de marzo se conmemora la lucha de un grupo de mujeres que realizaron una huelga en la fábrica textil donde trabajaban en Nueva York, en 1857, para pedir una jornada de 10 horas de trabajo e igualdad de salarios que los hombres. En respuesta a la planta ocupada, se prendió fuego al edificio y se trabaron las puertas, allí murieron las 129 trabajadoras. Este día, para honrar su memoria, fue propuesto en 1910 en un Congreso Internacional de Dinamarca, y las Naciones Unidas adhirieron su apoyo a la celebración en numerosos países.http://www.tuparada.com/dia_de_la_mujer/

Después de conocer esta historia, no estoy segura si debo felicitar o invitar a conmemorar este día solemnemente...

Con una gran reflexión saludo a todas la mujeres de mi familia, madres, abuelas, hijas, tías, madrinas, primas, esposas, suegras, nanas, primas, cuñadas, a mis amigas, a las vecinas, a las colegas, a aquellas que han hecho su espacio en la historia y en cualquier ámbito de nuestra sociedad. A las que están del otro lado del oceano, a las antípodas, a las que sufren, a las que rien, a las que no tienen libertad, a las que la tienen y a las creen que la tienen. A todas... y hasta las que van rumbo a la luna...

y por supuesto, a las mujeres que siguen y visitan este blog: a Blanca Miosi, LNG,(Neibi Puig), Melody Paz, Abuela Cyber, Tessa, Lola Mariné, Paquita Quintana, Alejandra, Maria Arteaga, Paricina, Magda Rodriguez, Marta Alisia Pereita Buffas, Mujeres Poetas Internacional, Angeles Ibiricas, Francis Quintana, Escritora Dominicana, Alondra, Mati@, Esthertxu, Martika, Turkessa y a todas las que en un memento u otro han pasado por este blog.

Entre todas elancemos nuestras manos y demos vueltas al mundo cantando una canción de paz,  para llevar el mensaje que invita a detener la violencia, la humillación, la marginación, el maltrato, el silencio...