La espera de un aspirante o intento de escritor, suele ser larga y, en el peor de los casos, interminable. Un tiempo dilatado y desesperante en que se amasan tantos sueños, tanta labor que no se quiere echar a la basura. Un camino largo de subidas y bajadas, de emociones y decepciones. Intensas jornadas de trabajo a deshoras de la madrugada, ese espacio de tiempo en que no se puede determinar si es tarde, cuando aun no te has ido a la cama o si es muy temprano cuando ya estas en pie, con los ojos rojos frente a la computadora o repasando o corrigiendo el material ya trabajado. Lejanamente escuchas algún gallo cantar y te cuestionas si has madrugado o te has desvelado.
Entre las emociones y las decepciones, revueltas en una extraña maraña, se desenvuelve o se enreda la otra vida de un intento de escritor. La que está fuera de todo razonamiento, acorazada y protegida de cientos de embestidas del mundo real, de las miradas celosas, de las palabras incrédulas, de las risillas extrañas, del sistema que nos encasilla, de las sacudidas de la realidad, que en ocasiones te devuelve ciertas dosis de humildad (un autor debe ser humilde, pero no tanto)
El envío de propuestas que, a pesar de los estrictos requisitos, incluye un enorme dosier de ilusión. La larga espera de semanas y meses, al cabo de la cual te llega una carta modelo con corteses explicaciones por la que no pueden aceptar tu propuesta. Esto ocurre con el 90% de las agencias contactadas (las editoriales nunca contestan a menos que les interese venderte el servicio). El otro 10% de las agencias tarda en contestar y como estas son importantes y conocidas, te muerdes los labios, las uñas y las yemas de los dedos angustiosamente, preguntándote si recibieron o no tu propuesta, por qué tanta tardanza (pues, por increíble que parezca, estas agencias reconocidas son muy amables y prestas a contestar, aun sea negativa su respuesta y en muchos casos te hacen valiosas recomendaciones). Pasa el tiempo prudente de espera y se te ocurre que debes intentar averiguar qué pasa. Una dice que el manuscrito (cuando aceptan el manuscrito completo por e-mail) ha pasado a otra etapa de evaluación... Pas mal !!!! La local te asegura, desde hace doce meses, que sólo espera presupuesto. La otra dice que la propuesta es interesante y que está en proceso de decisión si piden el manuscrito o no. Que tenga paciencia!!! Pacienciaaaaaa!!! Mes, Ça va. En unas semanas te piden el manuscrito físico. Las emociones siguen subiendo, aumentando el termostato. Y te aceleras. Empiezas a correr para terminar el pulido, a correr para la impresión de unas 300 y tantas páginas, a correr para las fotocopias de esas 300 y tantas páginas, el encuadernado, investigacion de las tarifas de envío al extranjero que, desde América Latina, se traducen en unos costos muy elevados. Pero para alimentar esas emociones y esperanzas el excesivo costo no significa nada. Al fin vuela tu manuscrito físico, acompañado de una inevitable maleta con varios kilos de sobrepeso de ilusiones. Y vuelve la desesperante espera, la angustia, la incertidumbre ante un juicio invisible y lejano, sentado en ese banquillo de escrutinio sin piedad y no sabes cual será el veredicto. Y al fin, con un tiempo medio te llega la noticia con la sentencia. Respiras, piensa que en la guerra se perdió más y sigues acunando esperanzas en el 5% aun sin responder. Te tomas una copa y a bientôt.
Estas no son veintes razones y un grito desesperado para justificar tanto derroche de ilusión, el sentimiento del talento desechado, la culpa por tanta ingenuidad. Es la intensión de alivianar la carga, de endulzar los sesos echando fuera la salinidad que los erosiona. Es la intensión de no flaquear, de no dejar el brazo a torcer o tirar la toalla. No. Es ponerme a la par de los no leídos, que buscan intensamente sobresalir para saltar la brecha. Es la búsqueda de otras opiniones, de apoyo, de consuelo.
Quiero que me lean y en la insistencia de mantener el optimismo que he llevado hasta ahora, he decidido colgar en un portal un pequeño libro. Para los que me frecuentan, los que me siguen, los que me conocen, puedan descargarlo, leerlo y dar una opinión justa (No es uno de los libros que ruedan por allí probando suerte). Aquí lo he depositado sin aspaviento alguno, desprovisto de algún dossier ilusionado o una valija de quimera. Para descargarlo tan solo Pincha aquí y disfruta la lectura.