Estoy de vuelta. Sin ruido y con calma vengo a entregarte lo único que poseo: un susurro imperceptible, una página arrugada con estas letras que intentaron ser un verso, las líneas de mis manos que me unen a tu destino y el sentimiento engrandecido que habita en mi pecho. Te daré un beso en la nariz y una mirada azucarada que te haga sonreír… entonces me haré dueña de tu sonrisa, te quitaré la camisa y con ella haré la bandera de libertad que me despierta, que me derrite las rodillas en cada paso que me acerca a ti, mientras espero a que Morfeo te devuelva a mis brazos, en esta mañana azul poblada de libélulas.
¡Ah! pero apenas respiras y no sabes que estoy aquí, porque duermes profunda y plácidamente ajeno a mi presencia. Ajeno al sacrificio que me costó llegar a esta frontera que divide mi universo en fantasía y verdad, donde se me dobla el horizonte y el sol se hunde efervescente en la mar. ¡Si vieras como se vació el océano en mi copa y el sol tomó la forma de un gajo de naranja! pero no lo ves… y no ves que estoy tan cerca, embriagada, sorbiendo tragos de mar y retorciendo el horizonte hasta que quieras despertar y tan solo te des cuenta que estoy de vuelta… que acabo de llegar.
Ingrid Gomez Natera 2005
Imagen tomada de Internet