miércoles, 20 de julio de 2011

Un cuento de consuelo

Últimamente he observado, a través de los blog que usualmente visito, el desánimo que existe entre los autores noveles, al no poder publicar. Es un desánimo generalizado que crece cada vez más por las dificultades que supone el alcanzar esta meta tan anhelada para todo aquel que escribe y desea ser leído. Pero como lo han demostrado muchos autores noveles, publicar no es un sueño inalcanzable y que existen, si no innumerables, sí algunas vías para lograrlo. Desde los portales que permiten subir los trabajos, hasta la temida auto publicación.

En mi caso, sin mucha convicción, en un arranque de novata, se me ocurrió colgar un libro en lulu.com, para que los que quisieran pudieran leerme. Esto, sin darme cuenta, me abrió puertas, me enseñó cosas y le sirvió de ejemplo por lo menos a una persona que ha ido mucho más lejos (compruébalo aquí). Con este primer libro pude probar lo que se siente estar en manos y en boca del público, enfrentarme a la crítica y valorarla para crecer y volar en pos de mi meta. Gracias a esta idea, hoy este libro ha salido a la luz en papel y a llegado y sigue llegando a gente que ni siquiera imagino que me leen. Así pues, que invito a seguir intentando y no mirar con resentimiento los logros de los demás que han sido el resultado de mucho esfuerzo también.

Pero no es de mí que quiero hablar en esta entrada, para darme autobombo como suelen decir por ahí, lo que quiero es compartir una de mis últimas lecturas. Como consuelo, aquí les dejo este cuento de mi querido compueblano Herman Mella Chavier, no para que copien este último intento desesperado por ser conocido, si no para que reflexionen, pues esta jamás debe ser la última salida de un futuro escritor.

El transito hacia el éxito.

El escritor fracasado escribió en su maquina Olimpia eléctrica “El silencio se puede palpar” y luego pulsó la tecla de apagar. No puso la palabra “fin” porque eso ya no se usa al final de los escritos. El escritor se acostó en el espaldar de un sillón y entrelazó los dedos de ambas manos detrás de la nuca; exhaló un suspiro que podía ser de alivio y la vez de cansancio y cerro los ojos. A su mente vino un torrente de recuerdos sobre las vicisitudes de su vida de escritor, casi todos amargos y dolorosos; sus múltiples fracasos; la dificultad para publicar sus textos y después de publicados, la imposibilidad de venderlos; su concurrencia a cuanto certamen literario se llevara a cabo en el país en los últimos veinte años sin haber ganado siquiera una mención o ser finalista y lo mas doloroso, que nunca pudo insertarse en ninguno de los grupos o tertulias literarias a pesar de los denodados esfuerzos que efectuó con el fin de lograrlo. Después de rechazar todas esas remembranzas, tono su pensamiento de nuevo al presente en que vivía y una sonrisa se formo en sus labios cuando volvió a darle vueltas e en su cabeza al plan que había elaborado desde que comenzó a escribir el libro que precisamente esta noche ha finalizado. Esta obra hará que deje de ser un escritor desconocido; su nombre saltará en las primeras páginas de los periódicos  y quizás figure en alguna edición de las revistas especializadas en el género literario. No sabe que tiempo durará su estrellato; si la gloria será efímera o imperecedera, pero de lo que si está seguro es que a partir de esta noche saldrá del anonimato en que se ha mantenido hasta ahora.
            Se estaba regodeando en estos pensamientos cuando escuchó el timbre de la puerta. No le extraño que alguien tocara a esta avanzada hora de la noche, porque en realidad esperaba una visita, esperaba al protagonista de los textos que acababa de escribir. Se levantó del cómodo sillón en que se encontraba, se anudó mejor alrededor de la cintura la bata que vestía y con su mejor sonrisa se dirigió a la puerta para dar la bienvenida al esperado visitante. Se devolvió y abrió una gaveta del escritorio ante el cual estuvo sentado y sacó u pequeño revólver pavonado, lo sopesó por breves instantes y lo introdujo en el bolsillo de su bata. Con precaución quitó la cadena que aseguraba su puerta. Al reconocer al visitante la abrió por completo para permitirle el paso. La facha del recién llegado era de lo más extraña y poco tranquilizante: cubría su cuerpo con habito marrón oscuro que llegaba hasta los tobillos, ocultaba su cabeza con una capucha que apenas dejaba ver los carbones encendidos en que consistían sus ojos y sus pies descarnados calzaban sandalias de tiras gruesas de cuero, sucias de polvo  lodo reseco, como de quien ha andado por muchos caminos. De las amplias mana sobresalían los huesos de las manos que sostenían entre las dos el asta de una filosa y reluciente guadaña. Sin decir una palabra traspuso la puerta y esperó que escritor le guiara; este se dirigió hacia su dormitorio seguido del personaje, pero ya no portaba la sonrisa de satisfacción que momentos antes figuraba en su rostro. Se introdujeron en la habitación y cerraron la puerta tras ellos. A seguidas sonó un disparo. La muerte le dio vida.
            Así comenzó, con su muerte, a vivir la fama y el éxito el escritor fracasado.

Herman Mella Chavier nació en San Pedro de Macorís en 1938. Su cuentos han sido publicados en el Periódico El Siglo. Ganador en 2002 de la Mención de Honor del Concurso Internacional  de Cuentos de Casa de Teatro. Es autor del libro de cuentos Cantar bien cantar como… 2006 y La muerte está de luto 2008, de donde se extrae este cuento.

4 comentarios:

  1. PRIMERO: FELICITARLA POR SUS GRAN LOGRO. SEGUNDO: GRACIAS POR COMPARTIRNOS ESTE REAL CUENTO.
    UN ABRAZO

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  2. Saludos, apreciada compatriota:
    Muy bueno e ilustrativo es, querida Vicsabelle, tu artículo y buenísimo es el cuento de Herman Mella Chavier; gracias por ambos.
    Recibe mis más tiernos y dominicanísimos abrazos...
    ¡Ah!, y muchísimas felicitaciones por tus éxitos, amiga querida...

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  3. Gracias Reltih, siempre encantada con tus visitas.

    Un gran abrazo

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  4. Hola Rodolfo, Aun no puedo llamarlo exito, lo comprendo con un paso que hay que dar para llegar a algun lado determinado. El cuento de Mella Cavier me gusto mucho y quise ponerlo aqui porque lo relacione con el limite de la lucha de todo escritor que intenta ser pulbicado sin lograrlo. y en realidad es eso.
    Que tengas un buen dia mi estimado compratriota gracias por pasar.

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