Cuando escribí mi primera obra en serio —de hecho la única, pues las demás están aun en procesos diversos — recuerdo que después de haberla pasado, — muy orgullosa — a algunos amigos y familiares recibí elogios muy gratificantes. Ya pueden imaginar como puede sentirse con elogios semejantes, alguien que acaba de escribir un libro...
Un buen día, le hablé a un escritor amigo, acerca de mi novela con la esperanza de recibir algunas recomendaciones y criticas a mi trabajo. Él me pidió que le hiciera llegar algunos capítulos, no la obra entera. Así lo hice y al cabo de algunos días, cuando volvimos a reunirnos, yo toda inflada como una vejiga con helio, él me comentó con toda naturalidad, “Pero... tu novela es muda, no tiene olor ni sonidos. El narrador sólo ve...” Pueden imaginar lo desinflada que me sentí en el momento. Fue como si la vejiga se soltara y volara por ahí, tirando todo el aire. “Cuando agregues sonidos y olores a tu novela tendrás una obra maravillosa.” Me dijo.
Bueno... me fui a casa con mis capítulos sin olor y sin sonidos y me tendí en la cama. Luego, en viejos materiales, busqué un poco de información que había pasado por alto por creerme que no eran tan necesarios. Revisé mis herramientas de escritor, las desempolvé y les puse más atención. Desde entonces entendí que para ser escritor hay que aprender mucho y es ahí donde entra el juego de la técnica, porque con escribir a puro corazón no basta. Entre una de estas técnicas un escritor debe aprender a introducir las sensaciones y las emociones mediante el uso de los cinco sentidos: la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto… ¡Sí, esos mismos! ¡Como nos lo enseñaron en la escuela!
Indudablemente la mayoría de los escritores, o los que intentamos serlo, muchas veces olvidamos con facilidad el uso de los sentidos. Aunque es muy probable, que al no ser ciegos, en la obra se refleje el uso de la vista y tal vez de manera indiscriminada.
Probablemente utilizaremos, en cierta medida, también el sentido del oído “voces en el patio” “sus pasos por la escalera...” etc. Sin embargo más que el tacto y el gusto, el gran ausente, en la mayoría de las veces, es el olfato. Puede que en algunos textos encontremos frases como: Olía a rayos!... me pregunto en verdad si podría haber olor a RAYOS. No es probable que el lector evoque dicho olor pues lo desconoce, podría asociarlo a un olor terrible, pero no a rayo, pues es un olor inexistente. De otro modo, si se incluyen frases como “tenía días sin bañarse y su camisa hedía insoportablemente a sudor…” o algo por estilo, inmediatamente el lector evocará un olor conocido.
En cuanto al tacto, este es otro gran olvidado en la narración y sin embargo es tan importante para la asociación de ideas. “Se pegó a mí con su falda almidonada”, “Rozó la tosca madera de la mesa.”
Cuando nos referimos al sabor a macadamiza, el delicioso olor de la vainilla, la música de fondo, los atabales ancestrales, el gusto de las cerezas, el frío de un cubo de hielo, el ardor del aceite caliente, esteremos otorgando al texto sensibilidad… Si no olvidamos incluir estos sentidos, para transmitir sensaciones, indudablemente estaremos introduciendo al lector en el mundo donde lo queremos llevar.
¡Bien, Vicsabelle!
ResponderEliminarUna buena clase recordatoria de los sentidos que debemos imprimir a nuestra obra. Estoy de acuerdo contigo: sin ellos la lectura puede ser muy aburrida.
Besos!
Blanca
Una entrada muy interesante.
ResponderEliminarHace poco, leía un libro de Stephen King en el que hablaba tambien de la importancia de los sentidos.
Saludos.
Wow manita no dejas de sorprenderme, se que seras una gran y reconocida escritora. Dios te bendiga siempre
ResponderEliminarAris
Blanca, considero que es realmente importante, tomarlos en cuenta a la hora de darle forma a nuestros textos...
ResponderEliminarAbrazos
Lola, se que hay un libro de Stephen King donde da algunas pautas para escritores noveles o algo así, pero aun no me topado con él. Supongo que es a este que te refieres...
ResponderEliminarUn Abrazo
Gracias Aris por pasar y eso de ser una gran escritora, Ja, ja,!!! Aun falta mucho por llover... Un abrazo grande
ResponderEliminarLo cierto es que tu amigo acertó con decir que el texto estaba mudo, sin olores ni sonidos. Yo suelo emplearlos siempre porque es la mejor manera para introducir al lector en el mundo que has creado: a través de los sentidos. Además, me ayuda a mí misma a moverme por el escenario, viéndolo más detenidamente para poder describirlo mejor.
ResponderEliminar¡Un saludo!
Indiscutiblemente, son una herramienta básica y muy fácil de usar, pero claro, después de muchas practicas. Me he descargado tu libro Como un dios ( creo que hice la 101 descargas!!!) cuando termine lo que leo ahora, que se un enorrrme libro (Lo que el viento de llevó) te prometo empezar con el tuyo. De hecho ya he dado unas 'hojeaditas' y me lo veo muy bien... Siempre me han gustado las novelas ambientas en épocas tan lejanas.
ResponderEliminarSaludos